(30 años)
La ciudad cierra los ojos ante la muerte. Por sus calles grises el viento recoge los gritos ahogados y los diluye en un cielo que alguna vez supo ser celeste. Detrás de cada puerta bajo cada ventana se esconde una mirada aterrada. Miles de ojos como los mismos cerrojos de las puertas pestañean sus miedos ocultos, en silencio. Crujen las hojas, una voz de dolor desaparece junto a la vida que la pronuncia no lejos de aquí, y es que el aquí se vuelve todo lugar, los gritos se multiplican y entonces nos rodeamos de sangre muerte y fuego. A las voces se las lleva el viento pero a los cuerpos los autos. Cocidas las bocas y los ojos con hilo y aguja de hierro, para no decir aquello que puja por salir, por nacer en palabras de tristeza infinita y para no ver el horror y la impotencia y la gente que se va para no volver. ¿A dónde se van? ¿A dónde se los llevan? ¿A dónde te llevan? ¿A dónde por Dios, a dónde? Van pero no vienen. Cada vez somos menos, soy hoy y mañana puedo no ser. Se siente, se dice, se intuye la muerte en cada esquina, en cada auto, en cada mirada. ¿Qué es todo este terror que tenemos que vivir? Oscurece y al encenderse las blancas luces mientras el frío nos saca el alma por las bocas un monstruo se levanta de su sueño para rondar como niebla entre los hombres. Se caen los sueños de las manos como cenizas y a veces los hombres mismos se vuelven cenizas y los sobreviven sus sueños. Quizás se vuelven pájaros y sobrevuelan la ciudad que cierra los ojos ante la muerte, ante tanta muerte, entonces podemos creer que los sueños no mueren y que aun muertos nosotros, alguien los recogerá y los oirá cantar. Porque todos se van. ¡Quién sabe a dónde se van! Tarde o temprano todos concluiremos allí. Más o menos golpeados, con más o menos lágrimas en los ojos rojos, nos reencontraremos allí, donde la oscuridad todo lo devora y los golpes y los gritos y el dolor… el dolor…
Renace el sueño de niño en horrible pesadilla, y nunca hubiera creído lo horrible que se siente ser pájaro ciego y sin alas sobrevolando los cómplices mares aterrado del aire y de ser tan libre y al mismo tiempo de carecer de tanta libertad. Ser pájaro ciego y sin alas que cae muerto o vivo en la inmensidad del olvido, en un mar de personas que dejan de ser personas para ser números en negativo. Caen como pájaros en invierno.
¿Qué es este sueño horrible que soñamos? ¿Cuándo se irá la muerte con sus largos bastones y sus perros vagabundos y sus uniformes y vehículos? ¿Qué es esta vida que pende del hilo de una madeja que yo no conozco?
¿Cuándo acabará tanta muerte?
Año tras año tras año el silencio y el frío recorrerán este sueño porque no es sueño sino recuerdo y es tan viva esta muerte que ya no me siento más que un anhelo perdido, la esperanza de un muerto;
Sí, alguien me ha soñado, soy la ilusión vaga de un fantasma dormido, yo miro al pasado y en el espejo de sus ojos me veo a mi mismo;
Y lo veo a él y los veo a los otros y estiro mi mano y traspaso espíritus y grito y me gritan pero somos polvo en la nada y el viento nos lleva y también el río
A dónde van a parar aquellos que en silencio retiran sus pasos de este mundo y a donde se van sus voces sus risas y sus sueños, nos volvemos humo nos volvemos tierra nos volvemos río pero volver, jamás.
¿A dónde te llevan, por Dios, a dónde…? No me dejan decirte adiós, me roban tus abrazos y me obligan a creer que nunca has estado. Pero yo sé, sé muy bien que exististe, aunque no seas ahora más que una sombra a mi lado, un grito en el viento, ¿Cuándo terminará tanta muerte, cuando…?